Por Luis Antonio Villalvazo
Núcleo Ciudad Guzmán
Alrededor de las 8:30 de la mañana comenzaron a llegar, desde los 68 hogares que fraternalmente abrieron su casa a los 96 participantes en el Encuentro Nacional de CEB. A las 9:20 el salón del Seminario se convirtió en un cenáculo donde invocaron la fuerza del Espíritu para seguir animando a estos hombres y mujeres a ser signos visibles del Reino en medio de los pobres.
Recuperar la lucha por un mundo más justo y humano
Reunidos en torno del altar rodeado de veladoras y respirando el humo de un copal con incienso, iniciaron su oración entonando el canto “Alegre la mañana”. Luego imploraron la presencia del Espíritu Santo para que los iluminara a encontrar caminos para enfrentar los desafíos de la realidad y los animara a ser constructores del Reino de Dios en nuestro México. Con una vela encendida en sus manos pidieron recuperar la fuerza que se ha perdido en la lucha por construir un mundo más justo y humano.
Ser signos visibles del Reino entre los pobres
Pedro Negrete, coordinador del núcleo, saludó a la asamblea y puntualizó que escuchar la voz de Dios ante la realidad que vivimos, para ser signos visibles del Reino entre los pobres, era el asunto central del segundo día de trabajo.
Después de la lectura del texto escrito por Gustavo Rofi que habla sobre los desafíos de dejar de ser pueblo y ante la tentación de adorar al dios mercado, los participantes identificaron que los signos del Reino presentes en sus experiencias es la organización fruto de la espiritualidad comunitaria, sus luchas por la justicia y la dignidad humana como exigencia de la fe y su solidaridad ante los dolores del pueblo.
Los rostros de pobres
Conscientes de que Dios está en medio de la zarza de la realidad y de que la fe se demuestra con obras, los participantes señalaron que los caídos en el camino de la pobreza y exclusión en el hoy de nuestra historia son los niños y adolescentes migrantes que se van a Estados Unidos y a los centros urbanos del país. Los niños de la calle y los explotados por los grupos dedicados a la prostitución y trata; a los jóvenes esclavos de las adicciones; los ancianos abandonados, los profesionistas sin empleo. Las madres adolescentes y solteras; los homosexuales. De manera especial, señalaron el rostro de nuestra madre tierra deteriorada por la explotación de sus recursos.
También reconocieron que dentro de las CEB está el rostro de miedo que los paraliza y los lleva al conformismo que amarra la organización e impide ejercer su derecho de libre expresión. También señalaron la necesidad de estar atentos a las estructuras opresoras como son las autoridades civiles en todos sus niveles, las empresas transnacionales y los dueños de cadenas de tiendas quienes están estafando y empobreciendo al pueblo.
Tareas pendientes
De frente a la violencia, pobreza, desigualdad social, desempleo, deterioro ecológico que son los gritos más fuertes del pueblo, los participantes expresaron que para ser signos visibles del Reino, tienen tres tareas pendientes: fortalecer la articulación y organización, propiciar una mejor unidad eclesial y la comunión y, de manera urgente, unir la fe con la vida, el Evangelio con la vida del pueblo para asumir un mayor compromiso social y ecológico, para pasar de lo sacramental o lo social, de lo asistencial a la promoción social y cambio de estructuras que el pueblo pide a gritos.
Al final, se cuestionó que ante la abundancia de las propuestas y buenas intenciones escasean las respuestas concretas y experiencias que cristalicen nuestro sueño de ser una Iglesia pobre para los pobres.
El trabajo del día concluyó con una festiva celebración eucarística y un festival al estilo sureño donde todo puede faltar menos la comida y la música de mariachi. Los invitados de honor fueron las familias que hospedaron en sus casas a los participantes en este núcleo de Ciudad Guzmán.